Para los belenístas que gustan del rigor histórico, los estudios arqueológi cos actuales y las nuevas herramientas digitales, permi ten una
aproximación más exacta a cómo eran realmente las casas de la época.
Las casas
modestas eran de caña o ladrillos de adobe, amasados con los pies y cocidos al
sol.
Los muros se revestían con cal. Job al referirse a esta clase de moradas dice: "casas de arcilla"
(Job. 4:9).
Los muros se revestían con cal. Job al referirse a esta clase de moradas dice: "casas de arcilla"
(Job. 4:9).
Generalmente las casas no tienen otro
piso que el de la tierra misma que se empareja y aplana, hasta quedar maciza.
Algunas veces se hace una mixtura de cal con lodo y dejándolo algún tiempo para
que se seque y endurezca Algunas veces se ha encontrado pisos de piedra
resquebrajada unida con cal.
Los
patriarcas, Abraham y los demás, eran seminómadas. Vivían en tiendas y se
trasladaban de un lugar a otro con sus manadas y rebaños en busca de pasto y de
agua fresca. Su vida era muy similar a la de los beduinos de hoy en día.
Pero
después del Éxodo el pueblo de Israel se asentó en la
Tierra
Prometida. Y desde entonces, a través de los diversos cambios políticos,
la aparición de reyes y la división del reino, la vida de la gente común varió
muy poco.
La vida
domestica estaba centrada en el hogar, el cual era construido para llenar las
exigencias del clima y los límites impuestos por el status social. Durante la mayor parte
de año el clima era seco y caliente, solamente interrumpido por las lluvias
tempranas del otoño y las tardías de primavera. El agua escaseaba, principalmente en la zona
meridional, de poca precipitación. Por ello las casas se construían dotándolas
del máximo frescor posible, tratando de minimizar en lo que se podía el consumo de agua.
Los
pobres vivían en casas de un solo aposento construidas de adobe sobre cimientos
de piedra y, posteriormente, de tierra caliza. El techo plano ofrecía espacio
para el almacenamiento y servía de azotea, llegándose hasta él
por medio de una escalera exterior. Las ventanas eran pequeñas, apenas una
rendija, o aperturas tapadas con celosías que impedían la entrada de cualquier
intruso, pero admitían la luz del día y el aire.
El
interior de la casa era fresco y sombreado. Una plataforma levantada en un
extremo proveía el espacio para cocinar y para dormir, y el resto del suelo de
tierra servía para almacenar las grandes tinajas y utensilios, inclusive el
molino de mano, con capacidad además para el cobijo de los animales.
Los ricos
tenían casas construidas con piedra labrada y con las ventanas provistas de
rejas metálicas. Algunos construían sus casas de varios pisos, mientras que
otros edificaban horizontalmente para permitir uno o más patios, muchos de los
cuales tenían atractivos jardines. Los beduinos del desierto eran los más
pobres, pues vivían en carpas hechas con piel
de cabra, tradicionales desde los tiempos de Abraham.
Dentro de
la habitación los pobres se sentaban y dormían en esteras, iluminados por una
lámpara de aceite. Por su parte los ricos se sentaban frente a una mesa,
dormían en camas y eran atendidos por criados, quienes les servían vino y
manjares mientras sonaba
música de fondo. Pero los pobres debían
conformarse con leche de cabra, aceitunas y pan de cebada,
que era su dieta acostumbrada.
1 comentario:
Recuerdo que el Señor predicaba dentro de una casa y cuatro amigos abrieron un forado en el techo y bajaron al paralítico para que el Señor lo sanara
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